viernes, 2 de mayo de 2014

Acerca de...Publicar

Cuando en mi imaginación nacía la idea de alguna historia, lo primero que me pasaba por la mente era publicar. Luego cuando ya estaba en el proceso, trabajando en ella, dándole forma, inventando personajes y situaciones, la visión de publicar se iba volviendo lejana, distante y finalmente se convertía en una especie de misión imposible.
¿Cómo iba a llegar al paso de la publicación cuando había tanto trabajo de edición y corrección por hacer? Pasaban los días, los meses, los años y el trabajo no parecía que fuera a terminar. !Imposible!
Salté la barrera de mis propios imposibles la semana pasada, el día de la Primavera, el veintiuno de Marzo cuando después de un proceso de tres meses en el que los astros se alinearon, Dios puso a las personas correctas en mi camino y decidí dejar de postergar las cosas importantes, por fin mi primer libro dejó de ser una fantasía, un miedo, un archivo escondido en mi computadora y se convirtió de pronto en una realidad fantástica.
Describir lo que se siente al recibir el primer volumen de tu propio libro  y tomarlo entre las manos; ésa, sí que es una tarea imposible.
No sabía que hacer con él.

Descubrí el paquete cuando abrí la caja del correo y a pesar de saber perfectamente lo que era, lo ignoré por un par de horas. Cuando lo saqué de la caja del correo, lo revolví con los demás sobres para que el muy presumido no se sintiera tan importante. Le ordené a mi corazón que calmara sus latidos ansiosos y me dirigí de regreso a la casa jalando la correa de Chocolat quién, indiferente a mis sensaciones, olfateaba los aromas de la primavera. Abrí la puerta de nuestra casa, solté la correa, separé el correo normal del sobre de cartón en el que estaba envuelto el libro. Puse el correo en su lugar y coloqué el paquete en el suelo, en el tapete verde que está en la entrada de mi casa. Lo observé por un momento y después decidí que era hora de ir a podar las plantas muertas del jardín. No me había parado en nuestro jardín al menos en tres meses; casi todo el tiempo que duró el invierno, sin embargo en ese momento, la urgencia de ir a  ponerme los guantes, sacar las tijeras gigantes e ir a podar fue lo más poderoso que hubo en mi mente. Trabajé podando y sudando por una hora sin pensar absolutamente en nada más, luego celebré mi trabajo encendiendo un cigarrillo y no fue hasta que apagué la colilla que decidí volver a entrar a la casa, lavarme las manos, tomar el paquete y rasgar el cartón para ver el libro. ¿Por qué?

Me parece que a veces, cuando he acariciado una idea o un sueño por mucho tiempo, cuando finalmente llega el momento en  el que  aquello que he deseado tanto se convierte en  una realidad, algo me pasa y me aterro. Me ha ocurrido muchas veces, de muchas maneras diferentes pero el terror siempre aparece y he tenido que digerirlo por cierto espacio de tiempo antes de pasar a la etapa  de la realización y el disfrute.

Afortunadamente en esta ocasión el proceso sólo me tomó una hora y un montón de helechos despanzurrados.

Mi libro ya está,  ya es; ya existe y es tan hermoso que el sólo hecho de verlo me provoca ganas de llorar.

Mi amiga María de Lourdes Victoria me dijo: “Abrázalo, arrúllalo, huélelo, es tuyo” y eso fue precisamente lo que hice, lo acuné en mis manos, lo hojeé con mucho cuidado, leí algunos de sus párrafos, conté sus hojas, acaricié su suave portada y lo besé llena de gratitud hacia Dios por tantos sueños cumplidos…

Mi flamante libro nuevo, es una joya  preciosa y valiosísima para mí; es un hermoso objeto que tiene vida propia y está esperando ser descubierto por amables espíritus aventureros que sucumban al deseo de navegar entre sus páginas.


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